jueves, 22 de enero de 2009

GRACIAS SRTA. LOLY VELASCO POR TODO LO QUE HACEÌS POR LA JUVENTUD DEL PERÙ


Aunque soy española, llevo en Perú trabajando en la pastoral de la Pontificia Universidad Católica de Perú; en pastoral estamos ocho asesores y un sacerdote, el padre Torcasas. De las actividades que llevamos en la pastoral, me quiero centrar en las misiones.Congregamos a unos 30 jóvenes, los llevamos a unas zonas marginales donde ni siquiera se cubren las necesidades básicas, y vamos puramente a evangelizar. La misión la dividimos en dos partes: la misión interna y la misión externa. La misión interna es evangelizar a los propios universitarios, llevando una vida fuerte de oración y contemplando cada mañana ese rostro de Cristo que es el que nos envuelve y nos lleva a ser sus testigos. Hacemos oración: Laudes, rosario, exposición del Santísimo, Misa diaria…, contemplamos la Palabra para transmitirla. La misión externa consiste en dar catequesis a niños, a adolescentes, a adultos. Lo que cambia a los jóvenes es el casa a casa. Ir puerta a puerta evangelizando, siendo testigos de Jesucristo. En mi trabajo en la universidad he visto que a los jóvenes esta experiencia les cambia radicalmente, porque encuentran lo que buscan. Salen contentísimos, gozosos, radiantes. No he visto otra actividad que más les haya cambiado en los tiempos en que estamos. El motivo por el que salen contentos es porque se olvidan de sí mismos y dan a Cristo. Cuando damos a Cristo, es tal el gozo que tenemos dentro, que nada ni nadie nos lo puede cambiar. He visto a muchos jóvenes cambiar sus vidas. Nadie que tenga a Jesucristo está enfermo, ¿pero qué les pasa a nuestros jóvenes? Mi vocación, dentro del Instituto secular Cruzadas de Santa María, es la dedicación a los jóvenes. Nuestros jóvenes sí que están enfermos. Necesitan que los levantemos y que los cambiemos, y para eso hay que llevarlos a estas actividades para que ellos cambien. Aparte de que cambien sus vidas y de que salen contentos, es una gracia para nosotros cuando vamos a las misiones, ¡cómo salen vocaciones! A los jóvenes también les tenemos que hablar de una entrega radical a Jesucristo, porque eso también es felicidad. El año pasado dos jóvenes, acabando la misión, decidieron entregar sus vidas a Jesucristo, y hoy día ya están en sus respectivas congregaciones. Este año, al acabar la misión, que yo la acababa justo para tomar el vuelo que me traía a España, tres de ellos me decían: «Loly, Jesucristo me lo pide todo; quiero dárselo todo, porque soy feliz, he encontrado la felicidad». Y les hablo de jóvenes que estaban en la droga, en el alcohol, en el sexo, donde su vida no tenía ningún sentido. Me he encontrado a jóvenes enfermos, muertos en el alma, con las venas rotas, diciendo que su vida no tenía sentido. Les decía: «¡Vente a la misión!¡Da a Jesucristo! –«¿Pero qué voy a dar si no tengo?» –«Tú, habla de Jesucristo». Y así van cambiando nuestros jóvenes. Precisamente estos jóvenes son los que están evangelizando la universidad, van por los salones, por las aulas diciendo que Cristo está vivo. A mí me encanta impulsarles al futuro con una esperanza, el mundo no está mal, el mundo está muy bien, nuestros jóvenes no están perdidos, necesitan guías, testimonios. Que les entusiasmemos con ese amor radical a Jesucristo, que si contemplamos el rostro de Cristo, lo damos, nos sale solo, natural. Por eso, nuestros jóvenes son nuestro futuro, y América es la esperanza del mundo. ¡Qué suerte tengo de estar allí de misionera!, porque la verdad es que veo cuántos jóvenes universitarios van cambiando y van transformando sus vidas. Creer en los jóvenes, esperar en ellos y no tener miedo a exigirles. Yo he sido muy criticada en la universidad, he tenido muchas dificultades, me decían: «Pero Loly, no les hables tan radicalmente de Jesucristo, se van a traumatizar; pero, ¿cómo eres así?» Pues miren, estoy totalmente convencida, y por eso lo digo aquí: al joven, si se le pide todo, da mucho; si se le pide poco, no da nada. Necesitamos hablar con claridad a nuestros jóvenes, no tengamos miedo de presentar un Evangelio sin páginas arrancadas, porque si arrancamos páginas, ya no le damos lo auténtico, y el joven busca lo auténtico, no busca lo tibio, porque eso no le gusta a nadie. Me voy de España con una gran alegría. Allá pensamos que acá ya han perdido la fe, y este Congreso me da una alegría: que mi país, que España, sigue evangelizando.

Loly Velasco